30 de abril de 2010

¿DÓNDE HAN IDO TODOS LAS FLORES?







Caminando por el bosque esta mañana, mucho más despacio de lo normal (parecido a la meditación caminando del Chan), haciendo pausas frecuentes, de repente vi una flor que no había visto desde que vivía en Ibiza. Era pequeña. Casi insignificante en relación con la plétora de flores silvestres en torno a ella. Era una orquídea silvestre.

Mirando en derredor con cuidado, encontré otra y luego otra más. De hecho, había unas diez que crecía en un área de unos cuatro metros cuadrados.

La presencia de orquídeas silvestres en un ecosistema es un buen indicador de salud, ya que son plantas muy evolucionadas. Incluso una alteración pequeña en el hábitat puede tener un enorme impacto sobre ellas.
Mi primera respuesta fue protegerlas, así que marqué el área con piedras, ya que es esencial salvarlas y preservar el hábitat entero.

Nuestras cuatro hectáreas, con su alta biodiversidad y endemismo (presencia de especies que no hay en otros lugares) son nuestra principal prioridad.

También es posible conservarlas ex situ, pero por el momento no tenemos instalaciones.
Sea como fuere, eché un buen vistazo a esta biodiversidad que tenemos y me di cuenta de que contamos con una magnífica selección de lo que se suele llamar “flores silvestres”.

“Qué extraño”, pensé, “que la palabra ‘silvestre’ signifique ‘no entrenado y no cultivado’ así como ‘salvaje’, porque no hay nada salvaje respecto de ninguna flor silvestre excepto su tenacidad en la supervivencia.
Entonces pensé en el ser humano y me di cuenta de que somos instruidos y cultivados, a pesar de lo cual el término ‘salvaje’ realmente se aplica a nosotros como devastadores de la naturaleza.

Estas plantas silvestres en su plenitud no “luchan” por su supervivencia, sino que la “buscan” en la tierra, el agua y el sol. Crecen juntas sin los celos, el odio y la codicia de la mente humana. Qué fantásticas son.

Hace más de setenta años, solía pasear por los bosques de Devon en circunstancias parecidas y me encantaba coger flore silvestres para llevarle a casa a mi madre. Ahora sé que hemos ido demasiado lejos y que poco a poco estamos diezmando las flores silvestres… Los bosques, antaño llenos de animales y flores silvestres, están cayendo bajo el hacha y mi lugar sagrado, Stag Lodge, ha dado paso al cemento y el acero.
¿Dónde han ido todas las flores…? Hace mucho tiempo.

Hoy no cojo flores y aunque las hay disponibles en las floristerías no las compro… Se las cultiva por una suerte de belleza de plástico, pero no consiguen mostrar (aunque la poseen) la “verdadera naturaleza de la fuerza de la vida”.

He pensado sobre estos floristas y me he dado cuenta de que la gente compra esas bonitas flores cultivadas y las ponen en sus bonitas casas cuadradas o las dan como regalos de amor y cariño. Qué extraño que una flor se corte para que su muerte prematura sirva como mensaje de lo que se llama “amor”.

Sin embargo, la gente no da flores de imitación de plástico como regalo, aunque sí las compran para sí mismos porque sirven para decorar y no hay que preocuparse por ellas porque no se mueren… Aun así, prefieren la belleza natural de las flores cultivadas.

¿Por qué? Porque saben que son naturales… Qué extraño que, sabiendo que son naturales, sigan cortando su breve existencia al cortarlas.

Quizá un día, cuando no todas las flores se hayan ido a los cementerios… todas y cada una… el mundo será un lugar mejor.

28 de abril de 2010

¿CUÁNDO VAMOS A APRENDER?






Si me hacía alguna falta reforzar mi idea de que los seres humanos estamos locos, la encontré ayer, cuando me interpuse, con resultados desastrosos como podéis imaginar, en una pelea entre dos perros.
Hoy camino arrastrando mis pies hacia delante con dolor, porque ambos están dañados y mis dedos, cortados y golpeados.

La razón del daño es que cuando los sujetaba del collar para apartarles me caí, y una vez en el suelo, con los dos perros –un doberman y un sharpei– tirando para atacarse el uno al otro, seguí agarrándolos y me arrastraron como a una estúpida muñeca de trapo.

Sin embargo, conseguí mantenerlos más o menos apartados y por lo menos impedí que el doberman le hiciera daño al sharpei, pero en un momento dado el sharpei se soltó y mordió la base de la cola del doberman con sus potentes mandíbulas.

Entonces llegó la ayuda. Los separamos y, estando tirado ahí cubierto de barro y polvo, me sentí bastante tonto porque si esos dos perros hubiesen sido dos lobos del bosque que se peleaban nunca habría saltado a la refriega… aunque quizá hubiese hecho algo.

Pero ¿por qué?

En el caso de los perros, los conozco. Son animales amables, en especial el doberman, y me suelen recordar al toro Fernando porque se dejaron de pelear una vez estuve en contacto con ellos. Está claro que la reputación terrible de ciertos perros es una calumnia de la mala prensa.

De todas maneras, quise analizar la razón por la que me metí de golpe en una situación tan peligrosa.
La respuesta era sencilla: no quería que se hicieran daño. Pero si ése era el caso, ¿por qué lo habría evitado si se hubiese tratado de lobos? ¿Por miedo a que me hicieran daño? No. Eso lo desconté. Era por la certeza absoluta de que el conflicto era estéril.

Para ellos, en sus mentes, la cuestión era el dominio; pero ¿dominio sobre qué? Se les alimenta, se les baña, se les vacuna y se cuida de su salud. Era el imperativo territorial en relación con su percepción del espacio.
Los dos son bastante naturales y con tiempo se les podría entrenar (el doberman ya ha sido entrenado y se limitó a defenderse).
Así pues, ahí estaba: en un instante vi la estupidez de pelear sin ningún motivo real.
Había algo inaceptable sobre esa violencia.

Ahora recuerdo que, cuando veo documentales de conflicto natural y veo a un búfalo que cruza un río y es atacado, mordido y despedazado por cocodrilos, tengo una sensación de ligera repulsión pero veo a la naturaleza en acción. Cuando veo a un gran tigre que ataca a un antílope indefenso, sé que es la naturaleza en acción. Hay una punzada en mi interior y, aunque hay un impulso que quiere que el animal más débil escape, sé que es importante la supervivencia de los más adaptados.

A uno de mis estudiantes le hicieron la misma pregunta hace poco y dijo que la mayor dificultad era no intervenir cuando veía a un gato jugueteando con un ratón que había cazado. Pero eso también es la supervivencia de los más adaptados en acción, y es incorrecto interferir.
Así que vuelvo a esa idea… Actué porque vi la inutilidad del conflicto y conocía personalmente a los combatientes.
Hice un juicio instintivo sin pensamiento consciente y ahora puedo ver la razón inconsciente.
Mi sistema biológico, como el de todos los demás seres humanos, es bastante sabio cuando se trata de ser eficaz. Puede tomar decisiones sin interferencia consciente, pero aun así lo usamos poco a menudo.

Cuando veo a dos personas que se enzarzan en un conflicto verbal, tengo el mismo instinto de intervenir, pero no lo hago. ¿Por qué? No es porque esté funcionando un imperativo territorial natural, aunque ése es el motivo para muchos de los conflictos cotidianos y triviales

Como estos conflictos son tan comunes, se han convertido en la regla. El ser humano casi siempre está en conflicto con otros. Sí, en general parece como si reinara la paz, pero por debajo se están gestando conflictos potenciales, porque el simple pensamiento celoso, el concepto envidioso, la ira, el odio, el detestar… casi todos tienen como raíz este imperativo territorial. Qué idiotas somos. ¿Es una sorpresa que constantemente haya guerras y regateos políticos?
Somos seres territoriales con un cerebro que tiene la capacidad de ver nuestra locura al instante, pero estamos gobernados por una identidad que anula cualquier inteligencia natural y provee razones cognitivas para nuestra estupidez.

Como animales, somos todos de calidad inferior a los lobos, los tigres e incluso a nuestros dos perros combatientes, porque si parásemos un instante podríamos ver la locura y refrenarla… pero no lo hacemos.
La identidad y el imperativo territorial (que incluye lo sexual) están en acción.
En el Homo sapiens, el potencial de ser un rey sabio nunca ha cristalizado.

Con todo nuestro conocimiento, seguimos siendo incapaces de abstenernos de la locura. Nuestro cerebro cognitivo, controlado por la identidad, nos gobierna. Somos cautivos y esclavos del virus humano.
Por desgracia no hay ningún loco por ahí que intervenga y detenga la locura… Sigue y sigue cada día. Los Budas, los Cristos y los grandes filósofos pueden hablar cuanto quieran… sus vidas pueden ser ejemplares, pero nosotros seguimos dale que te pego…

“When will we ever learn? When will we ever learn? Long time passing.”
(“¿Cuándo vamos a aprender? ¿Cuándo vamos a aprender? Hace mucho tiempo”).

24 de abril de 2010

LA LIBERTAD NATURAL



Me he despertado esta mañana con el sonido de un ruiseñor, el caza-moscas del Viejo Mundo que también se despide cantando al sol poniente. Todos los años llegan por esta época desde el norte de África, y sus magníficas melodías y su fuerte crescendo silbante llenan los bosques con una bienvenida especial.
Entonces me vino a la mente un pensamiento extraño.


¿Era su música lo que me extasiaba en realidad o era algo más profundo? Si hubiera habido un ser humano ahí fuera en el bosque quizá me habría encantado, y a lo mejor hasta me habría sentido agradecido, pero no me habría sentido conmovido de la misma manera. ¿Por qué?

La respuesta vino sin tardanza.

Las llamadas de los machos –que combinan un rango impresionante de silbos, trinos y gorjeos– eran naturales y espontáneos y provenían de una criatura que era completa en todos los sentidos y hacía lo que su verdadera naturaleza de ruiseñor le decía que hiciera.

Era esa música, que brotaba de su propia naturaleza, la que me conmovió, no la melodía en sí.

¿Por qué me iba a conmover así? Porque ese ruiseñor era libre, y ni yo ni ningún otro ser humano de este mundo de hoy podemos expresar esa libertad con la misma magnífica expresión natural. No somos libres.
Los animales que vuelan y los que reptan bajo la tierra son los únicos seres vivos que por el momento son verdaderamente libres, mientras nosotros invadimos su territorio y su libertad. Con el tiempo tendremos éxito en destruir el planeta, quizá antes de trasladarnos a otro.


Sí, incluso en una gran área de bosque los animales de aquí no son libres. Nosotros vivimos aquí acompañados por seis perros, que no son libres. No tienen libertad para correr donde les apetezca y cazar y jugar. No, están contenidos dentro de lo que se considera nuestra propiedad.

Están restringidos para que no molesten a nuestros vecinos. La presencia de cualquier animal que invada ese espacio del ser humano se debe dominar y controlar, o habrá que sacrificarlos.

A mí personalmente no me gusta vivir en un mundo donde la naturaleza no es libre de actuar sin la aprobación de los humanos. Me consuelo con la certeza de que, antes o después, la humanidad perecerá por su propia mano y la naturaleza recuperará una vez más su lugar soberano.

Sin embargo, mientras el ruiseñor canta, los perros corren, los jabalíes nos visitan para escarbar sus baños de barro, y todos los demás tipos de criaturas rinden homenaje a la madre tierra, en su presencia puedo tocar apenas un instante un vislumbre de lo que el ser humano ha tirado por la borda.

22 de abril de 2010

EL CONFLICTO HERMOSO





Esta mañana, en medio de una gran mata de salvia, he visto una flor blanca que se hacía un hueco a través de las hojas y más abajo otra, aún sin florecer, que se abría camino hacia la luz.

Una vez más me sorprendieron los notables programas de supervivencia de la naturaleza. Había una mata de salvia y un lirio –pues ésa era la flor– compitiendo, pero era una forma neutral de competición en la que ninguna era consciente de la otra ni del resultado potencial.

Me trajo a la mente toda la naturaleza y lo que a nuestro modo humano manchado vemos como “conflicto”, cuando en realidad es bastante hermoso e íntegro.
Me pregunté por la conciencia relacionada con la supervivencia y recordé que los humanos, usando nuestra inclinación para dividir las cosas, hemos decidido que hay nueve divisiones de la conciencia humana.

Son las cinco conciencias normales de los sentidos, la sexta que es la mente que se ve a sí misma pensando (el consejo interno de lo que es el objeto), la séptima que es la conciencia interna pensante afectada por la identidad, y la octava, un estado superior de conciencia normal potencial que aquí podemos tomar por la conciencia del Principio Masculino (Alaya).

La novena en realidad es lo que en Chan y Dao llamamos el Principio Femenino, que es una sabiduría trascendental no conceptual.

Es el Principio Femenino el que es un continuo ininterrumpido de acontecimientos, con actividades resultantes pacíficas y sin esfuerzo cuando se expresa. Es el “ser” sin identidad que está en equilibrio y el ser sin identidad que se orienta a los demás, a los animales y al medio ambiente en Unidad.

Así pues, tenemos algo que los demás miembros del mundo viviente no tienen… esa novena conciencia… qué maravilloso, aunque está bien oculta por la séptima conciencia, que tampoco posee ningún integrante del mundo animal.

Qué gran pena: un magnífico don destruido por el virus de la identidad que se nos ha echado encima.

La buena noticia es que esta mente manchada se puede apartar y, con contemplación correcta, se puede eliminar.

¿Quién tiene el valor de hacerlo?... Muy pocos.

21 de abril de 2010

ROBOTS SOCIALES




Esta mañana voy a añadir una nota a la entrada de ayer, antes de pasar a otro tema importante.

Ayer hablé de los Madelman y de Ken y Barbie, que condicionaron en gran parte las vidas de muchas personas no hace tantos años. Me imagino que los Madelman se han jubilado sin llegar a generales y que, en vez de la imaginación y un impulso natural para seguir el patrón de los juegos de guerra, la nueva era nos ha traído las “Gameboys” y la participación activa en la violencia.

Los niños han perdido incluso la imaginación que estaba ahí cuando no se hacía nada por ellos. Ahora aprietas botones y te preparas para la guerra... A lo mejor los fabricantes más finos no usan palabras como “Matar”, pero “Destruir” está bien y se acepta.

Así pues, los de la nueva generación nos hemos alejado otro paso más de permitir que el ser humano natural dé un paso al frente desde nuestro inconsciente.

Algunos adultos que detestan la violencia y se sienten muy virtuosos en las manifestaciones por la paz siguen comprando esos juguetes, y por supuesto todo está preparado para que haya más avances negativos.
¿Dónde están las pruebas de destreza de las Gameboys que salvan a los animales de las trampas de los cazadores furtivos, sin matar a los matadores? ¿Dónde están los juegos que insisten en que entiendas la naturaleza a un nivel no cognitivo antes de que pases a otra fase?... Igual eso se parece demasiado al aprendizaje y tiene poco de acción.

Sólo cuando la enseñanza de la naturaleza consiga abrir la puerta a una comprensión más profunda y vaya más allá de los “estudios sociales” y la “ciencia general” se acercarán nuestros niños al “nivel” de ser criaturas humanas, no robots sociales.

20 de abril de 2010

EL SECRETO DEL DHARMA


Bien, hoy voy a divulgar el gran secreto del Dharma que todo el mundo sabe y sin embargo nadie es profundamente consciente de él.

Hay varias preguntas básicas dentro de nuestras mentes que continuamente exigen respuesta y nunca parecen obtenerla.

¿Qué debo hacer ahora, en este momento?
¿Quién soy?
¿Qué haré (en el futuro)?
¿Quién seré?

Entonces, como no hay respuestas útiles o satisfactorias que proporcione la mente, surgen las siguientes preguntas con cierta tristeza o, peor aún, con pánico: ¿Qué he hecho y qué he sido?

La primera respuesta adecuada sería: “¿Y quién quiere saberlo?”

Y la respuesta obvia es: “Yo”.

Eso le lleva a uno a un ciclo interminable, primero con “Pero, ¿quién soy?” y luego, cambiando el orden conceptual, “¿Qué debo hacer ahora?”, hasta el infinto.

Los que han entrado en la corriente del Dharma o Dao saben parte de la respuesta. Saben que el “yo” –que por supuesto también incluye “a mí” y “mío” – no existe y no es más que una convención útil de la mente que ha adquirido una importancia y realidad abrumadoras.

Saben que el Dharma les enseña cómo apartar esa identidad con la meditación y pueden desecharla del todo mediante una contemplación más profunda. Pero hasta que llegan a esa etapa de contemplación, las otras tres preguntas que parecen estar revoloteando ahí dentro y más les molestan son: “Entonces, ¿qué hago?”, “¿Qué debo hacer en el futuro?” y, por último, la lastimosa “¿Qué he hecho en mi vida?”. El “yo” se ha metido de por medio otra vez.

El Dharma saca a la luz la locura del concepto del pasado, el futuro y el presente, pero ahí estás, extraviado en un mundo hostil con esas tres preguntas sobre tus acciones.

¿Recuerdas los muñecos de acción? ¿Los Madelman y, en otro nivel, Ken y Barbie?

¿Alguna vez tuvieron que preguntarse qué hacer? No. ¿Por qué?

Tú decidías por ellos... ¿Cómo decidías? De niño, te salía espontáneamente y el camino lo dictaba el patrón particular que se le había marcado, dadas sus características de fabricación.

Hasta aquí, todo bien.

Había diferencias individuales, desde luego, en relación con cómo actuaban esos muñecos bajo tus órdenes, pero no había pensamientos llenos de ansiedad ni tampoco una profunda introspección en su pasado... Parecía como si sus acciones no salieran de ninguna parte.

Uno de los primeros problemas es que el ser humano no tiene el patrón de identidad que le marca el fabricante y la división de marketing. Como resultado, no sabe cómo reaccionar ni quién es.

Algunas personas inteligentes decidieron rellenar ese hueco inventándose un fabricante que impone ciertos mandamientos sobre cómo debería ser su comportamiento, dejando abiertas por completo las preguntas de “¿Quién he sido?”, “¿Quién soy?” y “¿Quién voy a ser?” con la simple instrucción de “Limítate a hacerlo bien o te vas a arrepentir”.

La verdad, sin embargo, es que no hay fabricante y que, como decía un personaje de La cabaña del tío Tom, “Simplemente hemos ‘crezcado’”.

Así pues, ¿adónde vamos desde ahí para responder a la pregunta “¿Y ahora qué hago?”? –admitiendo que el “yo” es una ilusión útil pero no real, porque cuando no hay respuesta inmediata empieza de nuevo la cadena de preguntas ridículas: “Entonces ¿qué voy a hacer en el futuro, visto lo que he hecho en el pasado?”, etc.

Qué criatura tan ridícula es el ser humano.

Los lirios del campo, que se visten con mayor magnificencia que Salomón, ¿acaso se preguntan qué ropa ponerse? No, simplemente lo hacen. ¿De dónde sale eso? De su verdadera naturaleza de lirios. Y el zorro y el conejo, el gorrión y el águila, ¿qué hacen en este momento y en el futuro? Hacen lo que su naturaleza les dice sin preocuparse ni del pasado ni del futuro.

Pero no puedes encontrar esa verdadera naturaleza, porque todos los que te rodean han perdido la cabeza y andan corriendo de aquí para allá, como meras copias de lo que se supone que debían ser según las reglas del fabricante inventado, pero con total incapacidad de serlo en el más mínimo grado.

Cuando te despiertas por la mañana, la única manera de saber la respuesta a esa primera pregunta de “¿Qué debo hacer ahora?” es escuchar lo que dice tu verdadera naturaleza. Por supuesto que el problema es que no dice nada, pero si te mantienes muy, muy en silencio, aquietando tu mente y cuerpo, puedes ver que el programa natural ya te ha puesto en marcha... No tienes que pensar en nada, ni siquiera esperar una respuesta, porque la pregunta es ridícula... No tienes por qué saberlo... Simplemente hazlo.

¿Quién eres? ¿Qué importa? No importa en absoluto. ¿Pregunta el zorro quién es? ¿O el conejo, el águila, el gorrión, la lombriz, la mosca? No. Entonces, ¿por qué tienes que saberlo tú?

¿Y el futuro...? Qué pregunta tan absurda se vuelve eso ahora.

¿Y el pasado? Bueno, algún idiota ahí detrás siguió los patrones de su falsa identidad y fue un desastre... “En realidad no he sido nada... No tengo que ser nada...”. Pero uno tiene que confiar en ese Dharma natural.

Éste es el problema de raíz. Eso sólo llega con conocimiento del Dharma y Dao y con meditación y contemplación correctas... No es que sea algo natural, pero es una manera de devolver a los Madelman, a Ken y a Barbie a sus cajas y olvidarse de ellos.

¡ EXTINCIÓN EN SUS MANOS !

绝种

Extinción






Asasinato




¿Qué tipo de imágenes sugieren las palabras “animales salvajes” a la mayoría de la gente?  

La mayoría de la gente piensa en tigres, leopardos, leones, elefantes y desde luego en monos, pero su asociación con ellos es muy distante. Saben que están en las junglas y otros sitios salvajes como los desiertos, sabanas y montañas, pero poco más. O los han visto en los zoológicos y se maravillan y entretienen con los osos, jirafas y otros animales que ven en donde sólo pueden ser experimentados como exóticos: el National Geographic.

¡Ah, sí! Igual recuerden que los pájaros y peces también son animales porque tienen alguna familiaridad con ellos: los tienen en jaulas y acuarios. También están los insectos, como las moscas y los mosquitos. Cuanto menos se diga de ellos, mejor.

¡Ahí está! La idea de los hombres sobre los animales salvajes. ¡Ah! Está también la serpiente que hemos visto en las películas de Tarzán.

También fallan al no añadir al hombre a esta lista. ¿Por qué?

Todos han oído cosas sobre el Arca de Noé e imaginan a los animales marchando en fila de dos, pero está claro que olvidan que también los humanos eran criaturas a bordo del Arca.

Piensan que el animal humano es diferente. Piensan en él como si tuviera poder sobre todos los animales. ¿Es el hombre salvaje o podemos considerarlo domesticado?

Seguramente la mejor descripción es decir que es un animal salvaje con un cerebro que ha desarrollado un pensamiento respetable.

Genéticamente, la diferencia entre un humano y un mono es minúscula. 

La diferencia es pequeña en términos genéticos, pero grande en relación a lo que el cerebro humano puede hacer. 

La diferencia es pequeña en términos genéticos, pero grande en relación a su capacidad destructiva. 

La diferencia es pequeña en términos genéticos, pero grande en relación con la armonía y el equilibrio con la totalidad del planeta.

La diferencia es pequeñaen términos genéticos,  pero ha generado confusión, codicia y aversión en la conciencia humana. 

La diferencia es pequeña pero ha transformado al hombre, que podría tener el dominio de un rey grande, noble y justo, convirtiéndolo en un déspota, un tirano, que tan sólo tiene un pequeño conocimiento de aquello a lo que puede estar preparado, otorgándole una  limitada proyección de futuro y poder de destruirse a sí mismo y todo cuanto le rodea. Sí, el hombre posee un cerebro bien desarrollado en relación a su tamaño, pero una inteligencia natural que ha quedado fuera de juego debido a sus deseos y ataduras. Su idea de dominio es dominacar, controlar y mantener el poder sobre la vida y la muerte. Pero de hecho es débil.

 
No existe un animal salvaje que sea inferior, pero mientras otros están viviendo plenamente en la cumbre de sus limitaciones naturales, el humano es una víctima de su propia idea de superioridad. Se le ha descrito como “el mono desnudo” y como la “biocomputadora humana”. Como mono desnudo existe en un pobre segundo puesto respecto al mono. Como biocomputadora humana que desarrolla su propia obsolescencia, la cucaracha es superior y la  serpiente, más noble.

17 de abril de 2010

SI PODRÍAS VERLA CON MIS OJOS.


Es mi criatura favorita entre los mamíferos. Lo llamamos orangután, pero eso no es más que un nombre. Recuerdo una película llamada Cabaret en donde un cómico cantaba una canción en la que estaba enamorado de una gorila, y en anticipación de la posible hostilidad del público la canción se llamaba “Si pudieras verla con mis ojos”.

Es más profundo de lo que parece cuando lo oyes por primera vez, porque si pudieras ver este animal como lo veo yo –de hecho, como veo a todos los anmmales no humanos– entonces tú tamién sentirías el asombro, el éxtasis, la dicha, el bienestar, la alegría, la compasión y el afecto benevolente por todos.
Es extraño en realidad cuando pienso que comparto más del 98% de mis genes con los grandes simios. Soy primo del orangután, el gorila, el chimpancé y el bonobo.

Sí, el bonobo, quizá el primo más cercano que tenemos. No muy diferente de nosotros, en realidad.

¿Por qué siento este afecto y esta unidad con ellos?

Primero pensé que era admiración por su destreza y habilidad e incluso por su belleza. Pero no era eso. Lo descubrí por primera vez hace años cuando estudiaba en la universidad de San Diego State, durante las clases de psicología animal comparada con el encargado de mamíferos del zoo.

No fue el orangután el que me cautivó, sino el mono araña. Echando un vistazo hacia atrás, sé que al verlos jugar y columpiarse con enorme destreza lo que me cautivó fue su inocencia.

Estaban jugando con gran bienestar momentáneo en una jaula. Estaban alegres, no con la alegría humana manchada por la identidad, sino con una alegría que era natural. Como resultado, yo también me puse alegre. Ésa es la clave, como ves, estar alegre porque otra criatura está alegre.

Ahora tenemos cinco Sharpeis y un Doberman, y capto esa inocencia incluso cuando hacen cosas que provocan problemas sociales.

¿Por qué es atractiva esa inocencia? Porque yo no la tenía. El ser humano no la tiene. La perdimos hace mucho cuando la identidad comenzó su reino y nos vimos separados de todo otro ser viviente por una mente pensante dual.
Son primos nuestros, estos orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos. Están tan cerca de nosotros que comparten más del 98% de nuestros genes.
Claro que estos grandes simios no son monos.

Eso les debería gustar a los orgullosos aislacionistas humanos. Pero sólo quiere decir que los simios suelen ser más grandes y pesados que los monos, con un pecho ancho y una postura erguida que les permite caminar sobre dos piernas, como los humanos. Aparte de eso no tienen cola y, igual que el humano, dependen más de la vista que del olfato.

Por último, tienen por supuesto una proporción entre el tamaño del cerebro y el tamaño del cuerpo que es alta si se compara con otros animales que consideramos inferiores.

Pero ¿qué hay del bonobo éste? ¿Qué es? Bueno, es como un chimpancé, sólo que más pequeño, y se parece al humano, igual que el orangután. Pero es más.
Se parece al humano: el bonobo es más esbelto y elegante que el chimpancé común, y tiene un torso delgado, hombros estrechos, cuello fino y patas largas.

Su cabeza es más bien pequeña y bien formada, con labios rosados, orejas pequeñas, grandes orificios nasales y pelo largo. Las hembras tiene pechos ligeramente prominentes en contraste con los pechos planos de otras simias.
De hecho, estos simios muestran comportamiento que con nuestra sabiduría humana llamaríamos altruismo, compasión, empatía, amabilidad, paciencia y sensibilidad. Sin embargo, sabiendo que no tienen una conciencia de una identidad separada de todos los demás seres, esos actos no son cognitivos y por tanto, desde mi punto de vista, reflejan lo que está escondido en el interior del ser humano, que ahora es incapaz de alcanzar sin contemplación profunda. 

Nuestro altruismo, compasión, empatía y amabilidad son mentales y están manchados.

Quizá sea buena cosa que no hablen, porque ése fue nuestro punto de inflexión biológico, que le permitió aparecer a la identidad y traernos hasta este punto. Sin embargo, los bonobos tienen conciencia de sí mismos (lo cual no tiene nada que ver con la conciencia de la identidad), porque superan el test de reconocimiento en el espejo.

Sin embargo, aunque sin duda pordemos enseñarles para que aprendan nuestras palabras e incluso para que escriban usando símbolos, nunca han perdido esa inocencia.

Cuando la identidad llega, la inocencia se pierde... Está claro que el ser humano respeta pocas cosas y la inocencia en particular no es una de ellas... la inocencia de los míticos Adán y Eva. Hoy hay menos 10.000 bonobos. Son una especie en peligro de extinción.

Así que continúo con mi alegría y ellos con su inocencia, y sigo escribiendo con la esperanza de que los que tengan afinidad por la causa de la vida animal mirarán más hondo y despertarán su propia inocencia y permitirán que su deseo y apego a la identidad se desprendan.

15 de abril de 2010

UNIDAD PSICOLOGICA



Es un ejercicio importante para cualquiera que tenga un profundo aprecio por los animales y la delicada Fuerza de la vida examinar las pinturas del paleolítico superior de Altamira y reflexionar sobre la relación entre los animales representados y los seres humanos que los vieron y pintaron en esa época.

Por supuesto, sólo podemos imaginarnos cuál fue su relación o por qué los pintaron.

Los restos de carbón datados a aproximadamente hace 17.000 años muestran que los pintores trabajaron a la luz de primitivas lámparas de piedra que ardían con grasa animal.

Pero ¿por qué? Eran sociedades tribales, sin duda, y los investigadores parecen indicar que las imágenes no eran decorativas sino una forma de creencia supersticiosa, quizá de un tipo que podríamos considerar mágico u oculto. Algunos sugieren que se usaban como instrumentos de motivación, como magia para ayudar a los cazadores en sus expediciones o como conjuros para aumentar la presencia de presas.

Pero hay otra alternativa que pocas veces sugieren los que proyectan sus propias ideas “civilizadas” sobre estos cazadores primitivos.

Quizá no tuvieran una motivación cognitiva en absoluto.

Como psicólogo y biólogo voy a sugerir lo impensable para los antropólogos. La base tribal de estos seres estaba en el centro de toda su conducta y unía a hembras y machos en una causa fundamental: la supervivencia de la tribu.

Es más, la evolución impuso dos asociaciones fuertes y básicas que estaban ligadas al sexo. Las hembras mantenían una fuerte asociación no cognitiva esencial para la supervivencia con la protección de la progenie, y los machos, la fuerte relación con la supervivencia positiva del ambiente que los mantenía a todos y tampoco era cognitiva.

Estas dos poderosas fuerzas de supervivencia fueron probablemente las primeras que se desarrollaron, y a ellas les siguió la fuerza de supervivencia de la tribu. Ésta evolucionó claramente a partir de la conciencia congitiva del “yo”, que aún no estaba formulado como identidad.

Lo interesante por tanto es que hay una alta probablilidad de que las pinturas se realizaran sin motivación cognitiva. Simplemente surgieron de la propia naturaleza de esa interacción profunda con el ambiente y, en particular, con otros seres vivos esenciales para la supervivencia de la tribu.

Las pinturas de las cavernas muestran una sensibilidad hacia la naturaleza que no está presente en los cuadros figurativos y que apenas captan los impresionistas y expresionistas modernos. Ahora bien, ¿por qué es tan importante para nosotros entender estas ideas? Si un pintor moderno quiere conectar con cualquier ser vivo o con la naturaleza misma, lo primero que tiene que hacer es separarse de su identidad... Ya no tiene que ser un pintor y tampoco tiene que pensar en clientes ni en el cuadro. Lo único que debe hacer es pintar sin identidad.

Habéis oído que algunos escultores solían decir que su futura escultura ya estaba en la piedra; pues estaban diciendo lo mismo. Para un arquero, el arco, la cuerda, la flecha, la diana e incluso el resultado se deben apartar y sólo hay que convertirse en “arqueando”, igual que un pintor tiene que limitarse a “pintando”, nada más y nada menos.

Hay una gran lección aquí, porque si de verdad queremos ponernos en contacto con la vida que es la unidad de todas las cosas, entonces debemos estar “viviendo”, nada más y nada menos.

Sólo entonces estará el ser humano plenamente en contacto con el ambiente y con todo ser sintiente que vive en el planeta –y quizá incluso más allá.

Eso significa vivir por ahora sin identidad. Significa vivir sin el intelecto cognitivo como maestro, sino sólo como herramienta. Significa confiar en la propia naturaleza de uno, no en el individuo confundido, codicioso y agresivo que alimenta una sociedad “civilizada”.

La comunicación con todos los seres vivos es tu herencia natural. La capacidad de ser uno con toda brizna de hierba y todo árbol y de responder correctamente a su presencia está a tu alcance. Las contemplaciones correctas de los factores del Dao son el medio. La capacidad de concerse a uno mismo como ser humano y no como robot “civilizado” que vive en un mundo de sufrimiento y dolor es tuya con sólo pedirla.

Regresa a la mente del pintor paleolítico, con las destrezas de la inteligencia evolucionada que proporcionan una luz más clara.

14 de abril de 2010

SEÑALAR CON EL DEDO


Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?

¿En qué profundidades distantes,
en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?

¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies? 





Igual sabemos (no muchos, es cierto) que el tigre siberiano, el rinoceronte negro, el águila filipina y el leopardo amur asiático probablemente se extingan dentro de dos o tres décadas. A lo mejor estamos al tanto de la población decreciente del lince ibérico.

Pero a la mayoría en realidad no les importa... ¿Qué es un lince, después de todo, aparte de un gato salvaje grande? ¿Para qué sirve? No vale como mascota. No te lo puedes comer. No los puedes vender y son un incordio monumental.

¿Cuál es tu posición? 

Incluso si apuntas en dirección correcta, es probable que tu cabeza esté mirando hacia otro lado.
No podrías saber que, según un informe de las Naciones Unidas sobre el estado del medio ambiente global, el mundo perderá a una cuarta parte de sus mamíferos dentro de 30 años.

¿Por qué? 

Por la destrucción de hábitats y la introducción de especies ajenas desde una parte del mundo a otra. En otras palabras, la culpa es del ser humano.

¿De verdad merece que se le eche la culpa? ¿Se le debe culpar de que más de 11.000 especies de fauna y flora estén en peligro de extinción?

Los asentamientos humanos en regiones vírgenes, la destrucción de junglas y humedales y la extensión de la industria han tenido un impacto dramático sobre la supervivencia animal. Y se espera que su tasa de crecimiento aumente en vez de disminuir. A medida que aumenta la población humana, disminuirán las vidas de todas las demás especies. Es bastante coincidencia, ¿no?


Los representantes de la industria y los diversos expertos gubernamentales afirman que las cosas no están tan mal como las presentamos. Me pregunto si esos informes mantendrían su optimismo si algunos alienígenas espaciales decidieran cazar al ser humano porque está sobrepoblando la tierra.


Las junglas no están muy allá. Ya tiempo atrás, en 2003, la población de leones había caído un 90%. ¿Te puedes imaginar tu ciudad, pueblo o aldea diezmado en un 90%? Pero no hay que preocuparse en realidad... Es la supervivencia del más fuerte. En realidad la mayoría no tiene ni idea. La población de perros salvajes ha caído hasta aproximadamente 4.000 ejemplares y ahora quedan menos de 15.000 guepardos.

Hace sólo veinte AÑOS había unos 200.000 leones en África... Hoy no hay más que 23.000.

Las balas y los venenos son baratos... igual que lo es la vida de cualquier animal no humano para la mayoría de la población humana. Todo el mundo lo está haciendo a su manera.

Si los gobiernos contabilizaran la pérdida en términos económicos, quizá las cosas cambiarían. Si el niño aprende en la escuela que es el jefe del planeta, las cosas seguirán igual... Pero en realidad no es cuestión de economía, razón o moralidad. Si no eres parte del mundo, estás contra él, y sólo puedes ser parte del mundo si llegas más allá de la inteligencia cognitiva, a las raíces por las cuales eres un verdadero ser humano.


Si pasamos de la tierra y el aire al agua, el estado es el mismo. ¿Te das cuenta, mientras te sientas a comer ese filete de pez espada, ese bocadillo de atún, o esa pescadilla, que el 90% de todos los grandes peces han desaparecido de los océanos del mundo en el último medio siglo? ¿Por qué? ¿Selección natural?... No... Es el resultado de la pesca industrial.

Díles “adiós” por tanto a los tiburones, peces espada y atunes, que pronto se extinguirán.

Eso, podríamos gritar, es la “supervivencia del más fuerte”.

 

 El matarife humano sobrevivirá. Se le da bien. Ha conseguido matar al mamut, a los tigres de diente de sable y a los mastodontes con picas y lanzas... Ahora, usa kilómetros y kilómetros de anzuelos con cebo para pescar en los océanos... y armas potentes con mirillas telescópicas y más instrumentos.

 

 

Es verdad que algunas especies con aplicaciones prácticas han visto una recuperación (por miedo a perder grandes mercados que mueven mucho dinero), como la serviola, las vieiras y el abadejo (al menos tu paquete de fish & chips no está en peligro por el momento).

No vas a obtener respuestas leyendo blogs o periódicos. No vas a encontrarlas en las universidades. No las vas a recibir de la televisión y menos aún de los gobiernos. De hecho, en esas instituciones y con esos medios te vas a alejar más y más de la verdad.

Eres sin duda el rey de la selva de hormigón...

En realidad no puedes conquistar a la naturaleza en sí misma... pero puedes extender el acero y cemento para que tu reino se haga más grande y con el tiempo no quede ningún animal para hacerte la competencia. Los conservarás en acuarios, zoos y museos.

En un futuro no muy lejano, si tienen suerte las generaciones futuras podrán visitar un museo y ver qué aspecto tiene un árbol. Por supuesto que no es culpa tuya. Siempre hay otro al que echarle la culpa. 


13 de abril de 2010

LA CRIATURA HUMANA PERFECTA






Es triste relatar que probablemente la única criatura humana perfecta está muerta. 

No… no hablo de Buda, ni de Jesús el Nazareno ni de ninguna otra figura santa.

Hablo de la criatura humana normal y corriente que está allí fuera, en
alguna parte, enterrada en una tumba profunda y silenciosa. Finalmente hace lo que se supone que el cuerpo humano debe hacer… pudrir lentamente, para que las criaturas que viven en la tierra puedan aprovechar de su carne. Lentamente todo desaparecerá. Cenizas a
cenizas.


Polvo a polvo.

Ya no está pensando… no tiene confusión, codicia, aversión o ansiedad
por el futuro. De hecho, el pasado, el futuro… ni siquiera el presente… le importa. No hará daño a ninguna otra criatura viva y dejará de hacer daño al planeta.

Mientras vivía, era, sin duda la criatura más imperfecta del mundo.


Estaba ajena a todo lo que vivía, excepto por él mismo. No podía sostener sus tribus, ni siquiera sus tribus de “dos”. Transmitía sus problemas de identidad hasta la séptima generación y se consideraba como un regalo enviado del mundo de los dioses.

Pocas otras criaturas estarían de acuerdo con él si pudieron hablar.

 

Si fueron a dar una opinión las rocas y las montañas, sin duda arrojarían fuego del infierno.

Si hubiera un Dios, ¿las perdonaría o las enviaría al infierno para que pudieran construir allí sus rascacielos, puentes y supermercados y… por supuesto… sus bancos?

La criatura humana nunca se ha enterado de que forma parte de toda la
naturaleza. Si se tiene en cuenta su potencial como criatura humana para aportar felicidad, compasión, y afecto benevolente al mundo (no el revoltijo cognitivo de sentimiento) ha fracasado catastróficamente.


La lombriz ha prosperado mejor en su naturaleza de lombriz y el conejo
en su naturaleza de conejo que el ser humano. Cada animal está operando perfectamente según su propia naturaleza… excepto el humano.

Es verdad que los humanos vuelan como pájaros, nadan como peces y
corren como leopardos, pero su actuación en la vida es mucho inferior a la perfección de una hormiga.

Piensan, pero no con su potencialidad completa, pues su identidad (que
viene del hemisferio izquierdo mal desarrollado) no está conectada a los programas naturales y básicos del hemisferio derecho.

Un día, quizás, se enterará (aunque lo dudo), pero hasta ese día, su
perfección debe esperar el gran momento en que finalmente deja de sufrir y de causar sufrimiento a otros seres sensibles. Entonces, la muerte perderá su punzada.

Concluyo la entrada de hoy con el respeto más grande por todas esas
criaturas humanas que han vivido y muerto con honor y dignidad, unidos con respecto y asombro a todas las criaturas vivientes. Sin embargo, tengo muy poco respecto por el comportamiento manchado y ignorante de la criatura humana que cree en su dominio sobre todas la criaturas de la tierra en vez de utilizar su potencial humana como un sabio de Dao.

12 de abril de 2010

ESTAMOS AÚN MÁS ABAJO




Es seguro que ahí afuera, en ese mundo salvaje del ser humano, hay criaturas que están experimentando dolor y muerte que no son parte del ciclo natural de sus vidas. Hay otros cuyas vidas ya no pueden ser naturales porque el ser humano ha eliminado sus medios de supervivencia, destruyendo por su propia comodidad y provecho sus fuentes de alimento, sus cobijos y sus patrones naturales de vida.

Es cierto que los animales se adaptan al cemento y metal que tenemos por artefactos del progreso, pero habría que estar loco para afirmar que la vida tiene que ver con la supervivencia del más fuerte y nosotros somos los más fuertes.

Somos sin duda los de mayor inteligencia cognitiva, pero en la pirámide de la comprensión del Dharma y Dao nuestra fea cara humana está enterrada bajo tierra, en los cimientos de donde se eleva la pirámide del mundo natural. Contémplalo ahora. En realidad, estamos por debajo del nivel de cualquier flor, cualquier brizna de hierba, cualquier planta que consideramos una mala hierba. Estamos a mayor profundidad que las lombrices que desempeñan su papel en este mundo magnífico. Estamos aún más abajo que cualquier microorganismo de la tierra y probablemente estemos inmersos en el mismo petróleo negro y viscoso que extraemos para la “civilización” (con perdón).

Sin duda alargaremos nuestra supervivencia humana dejando este planeta quemado, lleno de los cadáveres de los que hemos destruido. Lo dejaremos de camino a algún otro planeta, mirando hacia atrás con nostalgia humana a los oscuros nubarrones de contaminación que cubren la tierra antes verde.

La supervivencia humana seguirá su marcha hacia delante.

Mientras la mayoría del mundo está de camino a este gran éxito, que recibirá elogios en todos los medios de comunicación, algunas voces gritarán, y los que tienen conciencia cognitiva de lo que estamos haciendo y los que saben lo que acabará pasando protestarán, y la gente hablará de salvar al lince y las ballenas y lucharán contra la crueldad del hombre hacia los animales.

Se fijarán en alguna causa que les conmueva y harán algo que no interfiera demasiado en su trabajo, relaciones o tiempo de ocio. Dirán que detestan cualquier crueldad hacia los perros y gatos, mientras conducen al supermercado para comprar, comprar y comprar. ¿De verdad se preocupan tan poco?

¿Por qué descansan las cosas sobre esta mentalidad superficial, incluso en el caso de la gente sensible?

Es sin duda porque no están unidos ni son uno con toda la vida.

Es un concepto fácil de digerir... Ser uno con el mundo... entonces puedes actuar como individuo para salvar los animales y las plantas.

Incorrecto, otra vez. No eres un individuo y no puedes dirigir tu mente a salvar a cualquier ser humano, animal o planta del dolor, la destrucción o las condiciones que lo debilitan.

Es un gran error dirigir la Compasión o el Afecto Benevolente a un ser humano individual, sea cual sea. El gran maestro del Dharma, Gautama el Buda, declaró en el Sutra del diamante:

“¿Qué piensas, Subhuti? Que nadie diga que el Tathagata (Buda) mantiene la idea: ‘Debo liberar a todos los seres sintientes’. No permitas ese pensamiento, Subhuti. ¿Por qué? Porque en realidad no hay seres vivos que el Tathagata pueda liberar. Si hubiera seres vivos que el Tathagata pudiera liberar, él tomaría parte en la idea del ‘yo’, la personalidad, la entidad y la individualidad separada”.


Date cuenta para empezar de que dijo “todos los seres sintientes”, no “todos los humanos”. Aparte de que no le recomendó a nadie fijarse en los casos individuales de dolor y muerte... eso no quiere decir que uno debería ignorar la necesidad de actos individuales de compasión más profunda que la social, sino que la mente cognitiva debe llegar más a fondo, a un nivel superior a la conciencia propia de la cognición, y ser consciente de la totalidad de la existencia y del dolor y muerte que estamos causando con nuestro camino de destrucción.

Eso por sí solo puede impulsar a un aparente individuo a actuar con mayor comprensión y compromiso con la naturaleza; pero debemos ir aún más allá, y entender que no basta con la conciencia cognitiva. Debemos penetrar en la conciencia natural, que es un principio materno que genera los programas básicos de supervivencia. Usando la conciencia cognitiva humana sólo como herramienta, debemos liberar nuestra conciencia no cognitiva de la verdadera unidad de todos los seres sintientes.

Pero incluso si lo entiendes aquí y ahora, ¿de verdad vas a hacer los sacrificios necesarios para llevarlo a cabo?

Hay dudas al respecto, así que adelante, prepara el equipaje para las generaciones futuras, para que su gran viaje desde la difunta gran Madre Tierra a un nuevo hogar sea confortable y goce
de buenas provisiones... y no olvides los libros que enseñan cómo conservar la mente globalizada.

11 de abril de 2010

SUPERVIVENCIA DE LA MAS ADAPTADA



Existen organismos que se reproducen y la progenie hereda características de sus progenitores, existen variaciones de características si el medio ambiente no admite a todos los miembros de una población en crecimiento. Entonces aquellos miembros de la población con características menos adaptadas (según lo determine su medio ambiente) morirán con mayor probabilidad. Entonces aquellos miembros con características mejor adaptadas sobrevivirán más probablemente.

Darwin, El Origen de las especies




La selección natural no es tan sencilla como uno podría suponer, aunque desempeña un papel fundamental en la supervivencia de las especies. El concepto de slección natural se define hoy de manera más exacta con la teoría sintética, que es la reproducción diferencial de los genotipos de una población.

Esta jerga científia significa que los que tienen el mayor potencial para la reproducción dominan el futuro. Puedes ver inmediatamente el error que estamos cometiendo por tanto con respecto al control de la población... Estamos proyectando la supervivencia de los menos fuertes para el ser humano. De manera categórica, podemos afirmar que, desde el momento en que existen diferencias en el éxito reproductivo de distintas variaciones genéticas, existe selección natural.

Por ejemplo, el águila de la montaña que es más eficiente y tiene el mayor éxito en la reproducción generará por tanto los rasgos futuros de la población de águilas, y esos rasgos contarán con mayor probablilidad de predominio que otros.

Eso parece bastante sencillo y obvio, pero en realidad no lo hemos considerado a la luz de la reproducción humana.

Por ejemplo, el ser humano que produce más y tiene ignorancia, confusión, codicia y aversión como base psicológica, así como una sed de estima para su Ego, generará una población futura dotada de esos atributos... Ay Ay Ay.

Deberíamos estar perpetuando la reproducción de los mejores genotipos de inteligencia natural, no los genotipos de codicia y aversión sociales y cognitivas. Deberíamos estar perpetuando mediante algún tipo de inseminación controlada los genotipos que contienen una clara comprensión humana de la unidad con todos los seres vivos.

En ese caso, nuestros rasgos aprendidos e internalizados de matar, controlados nada más por la moral social, serían eliminados.

Eso, por supuesto, abre el camino a un “Mundo feliz”, en el que serían la política manchada y la ley los que decidirían cuáles son los atributos naturales que valen la pena.

La idea de un control humano de ese tipo no es atractiva ni posible, al menos por el momento, no importa lo correcta que puede ser su base. Así que, ¿qué alternativa hay?

Sólo hay una respuesta. Debe haber una forma diferente de educación que haga hincapié en la unidad con todos los seres humanos. Las iglesias cristianas hablan claramente de la unidad de todas las criaturas grandes y pequeñas, y el Buda y otros maestros consideraron que la destrucción de vida, cuando está dirigida y controlada por la identidad, es inaceptable.

Pero todos sabemos que en un mundo donde la educación está orientada al “progreso” de la civilización y la búsqueda de la felicidad –que en estos tiempos quiere decir fama y riqueza– eso también es un sueño imposible.

Así pues, ¿qué hacemos?

“Doctor, cúrate a ti mismo”.

¿Qué efectos positivos tendrá eso?

En realidad no tenemos que pensar sobre ello. Cuando nosotros mismos descubramos esa unidad mediante una experiencia directa con las contemplaciones del Dharma, lo único que tendremos que hacer es escuchar para responder al problema con nuestra propia naturaleza.

¿Qué dirá? Prueba (con gran paciencia, calma, determinación, perseverancia e introspección continua) y lo verás.

A lo mejor dirá... ‘Deja que todo vaya donde quiera ir... deja que cada persona elija su propia ruta al infierno’. Quizá dirá ‘Sal ahí fuera y difunde el Dharma y manténte en unidad con todo ser viviente’... Quizá se quedará callada y no dirá nada en absoluto. Quién sabe lo que proclamará tu voz interna.

Pero al menos dale una oportunidad para hablar y deja de revolcarte en este mundo de ignorancia peligrosa, que genera muerte y destrucción para todos los demás seres vivos con los que compartimos el planeta.