23 de mayo de 2010

CANTO DE LA CHOSO DE TEJADO DE PAJA




He construido una ermita de paja en la que no hay nada de valor.
Después de comer me relajo y echo un sueñecito.
Cuando la choza quedo terminada, aperecioron las malas hiervas.
Ahora se han instalado y lo cubren todo.

El hombre vive apaciblemente en la ermita,
Sin trabas ni interiores ni exteriores.
No quiere vivir donde vive la gente vulgar
No le gusta lo que le gusta a la gente vulgar.

A pesar de que la choza sea pequeña, contiene todo el universo.
En diez pies cuadrados un viejo ilumina
Las formas y su esencia.
Un bodhisattva del Gran Vehiculo tiene fe absoluta.

Los hombres vulgares no pueden dejar de dudar:
¿Esta choza perecerá o no?
Perecedera o no, el maestro original esta presente
Y no reside ni en el norte ni en el sur ni en el este ni en el oeste.

Enraizado en la perseverancia, esto no puede superarse.
Un ventana brillando sobre los pinos verdes no puede compararse
Ni al os palacios de jade ni alas torres de plata dorada.
Permanecer sentado con la cabeza cubierta, todo permanece en reposo.

Ahí, este monje de las montañas no comprende nada de nada.
Vive allí donde esta y ya no hace esfuerzos para liberarse.
¿Quién podría con orgullo disponer de puestos par seducir a discípulos?
Dirigid vuestra luz hacia el interior y dad media vuelta.

No se puede ni afronta ni evitar la fuente infinita e inconcebible.
Id a ver a los viejos maestros y sed íntimos con su enseñanza.
Trenzad las hierbas para construir una choza y no renuncies nunca.
Dejad pasar los siglos y relajaos completamente.

Abrid las manos y andad inocentemente.
Los miles de mundos y la infinitud de los conceptos existen
Solo para liberarlos de vuestras trabas.
Si queréis conocer lo inmortal bajo la choza,
Aquí y ahora no escapéis de esta saco de huesos.

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