12 de mayo de 2010

UN CASO DE CAGADA BUROCRÁTICA



Aunque admiro y respeto a los roedores, no le tengo especial cariño a la rata común desde que metí la mano despreocupadamente en una jaula en los días en los que aún creía que los experimentos con animales eran algo noble y útil. Eso fue mucho antes de que entendiera como biólogo la verdadera fuerza de la vida que hay dentro de todos los seres sintientes.

En cualquier caso, me topé con la boca de la rata y ella me mordió con fuerza.

Como un idiota, retiré mi mano a toda prisa y la rata, como si fuera un sharpei, se mantuvo colgada de mi mano sin soltar su mordisco.

Tuve que calmarme, aguantándome el dolor y la sangre, y poner a la rata en terreno firme. Entonces me soltó. Bien hecho, rata... Rata 1, Científico 0.

Desde entonces he madurado y, aunque aún me cuido de arrinconar a cualquier rata en un callejón oscuro, estoy de su parte, por mucho que entienda la necesidad de frenar su proliferanción en las ciudades. Sin embargo, hay cantidad de otros roedores ahí fuera que no hacen ningún daño en absoluto.

Después de todo, el orden de los llamados rodentia incluye a los topos, ardillas, ratones, conejillos de Indias, puercoespines y castores. Suponen más o menos el 40% de todos los mamíferos, y se caracterizan por tener en sus mandíbulas superiores e inferiores dos incisivos que crecen continuamente y cuyo tamaño tienen que mantener a raya mordisqueando.

Hace unos meses, se detectó que una plaga de unos 750 millones de topillos (se ignora quién es el funcionario que los contó) estaba arrasando los campos de Castilla y León, devorando las cosechas y diezmando las economías locales. Supongo que los topos que tenemos en nuestro terreno harían lo mismo si tuviéramos grandes proyectos comerciales, aunque yo prefiero que prevalezca un sano equilibrio entre las pocas cosas que cultivamos y su existencia simbiótica.

En algún momento, a las ardillas se las ha considerado portadoras de plagas, pero en el seminario tenemos varios almendros y cada año estos magníficos animales los invaden y se llevan todo lo que pueden para el invierno. Años atrás, algunas se cruzaron en mala hora con un gato o dos y sorprendentemente no dejaron más que las colas para contarnos lo que pasó.

Mi respuesta a eso es “Bien hecho, ardillas”, a la vez que estoy al tanto para intentar adelantarme a ellas. Supongo que podríamos poner trampas para ardillas y así salvar unas cuantas bolsas de almendras, pero ¿es eso lo mejor? También hay ratones en la masía vieja que suelen hacerse con cualquier comida que se quede expuesta sin vigilar. Por supuesto, sé que se reproducen a gran velocidad, pero parece mucho mejor proteger la comida que usar esas horribles trampas que les parten el espinazo a los ratones como un verdugo cuando saltan y los atrapan.

Las cobayas silvestres viven en las montañas y pastizales de Brasil, Perú, Argentina y Uruguay, así que en España no los vemos más que en pequeñas jaulas, haciendo trucos absurdos para los que no tienen suficiente energía para contactar con seres vivos de otra manera, o haciendo de mascota para niños o adultos que harían mejor si ellos mismos vivieran en una jaula.

Los puercoespines ocupan un amplio rango de hábitats en las zonas tropicales y templadas de Asia, África, las Américas e incluso Italia. Nunca he encontrado uno en España, si bien los erizos (que no son roedores, pero tienen púas) abudaban antes de que se eliminaran setos y bosques para hacer sitio para las autopistas, las urbanizaciones y la agricultura a gran escala.

Y luego están los castores. Por supuesto que ya no quedan en España, aunque según la información de la Geografía de Estrabón en el siglo I d.C. sí los hubo en tiempos. Ahí se afirma que “Iberia produce muchos ciervos y caballos salvajes. En algunas zonas, sus marismas también están repletas de vida; hay aves, cisnes y semejantes; y también avutardas en gran número. En cuanto a los castores, los ríos los producen, pero el aceite de estos castores no tiene la misma eficacia que el de los castores del Ponto...”

En la Gran Bretaña medieval se importaban pieles de castores del País Vasco y hay documentos que muestran que los castores sobrevivieron en España hasta el siglo XVII.
 
Luego, adiós castores... Me imagino que sus pieles deben de ser calientes, pero me encanta el viejo anuncio en el que salía un castor que decía: “Mi madre tenía un abrigo de piel, ¿y tú?”.

Pero ¡alto un momento! ¡Qué sorpresa!

Hay noticias (El País) en torno a la existencia de una colonia secreta de castores en España.

Qué fantástica oportunidad de volver a introducir la especie, que se extinguió hace 300 años. Pero ahí, en el mismo artículo, llega la gran sorpresa.

También hay un plan de erradicar por completo a estos castores porque en algún momento pasado se supone que fueron introducidos en España de manera ilegal.

Si fuesen castores nativos, lo cual es imposible, estarían protegidos por ley... Pero hay una laguna jurídica.

La Unión Europea ha respaldado la erradicación no porque estos castores en particular hayan causado grandes daños, sino para impedir que se establezca un precedente que pueda abrir la puerta a re-importaciones ilegales de fauna salvaje a lo largo y ancho de Europa.

Lo siento, pero lo veo como un caso de cagada burocrática... Aunque lo cierto es que ésa es la clase de acción que podemos esperar de los seres humanos.

Es una pena que el ser humano haya invadido el espacio de todos los demás seres vivos. Por suerte aún quedan algunos espacios libres. Pero ¿cuánto tiempo durarán?

¿Cuánto tiempo hasta que el ser humano destruya la mayor presa de castores jamás vista (850 metros, descubierta por un vuelo de la NASA), como si fuera una plaga o una amenaza para nuestro maravilloso mundo civilizado?

1 comentario:

  1. Hasta las ratas de alcantarilla de las ciudades cumplen una función natural con los detritus del Samsara: se descubrió cuando se intentaron erradicar masivamente en algunas grandes urbes y estallaron calles ... así, como suena, porque ya no estaban las ratas para eliminar el gas metano acumulado procedente de los residuos

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