4 de mayo de 2010

MONTAÑAS PELIGROSAS








Durante un mes he estado escribiendo sobre el verdadero aprecio de la naturaleza y lo que nos puede contar sobre las actitudes, intenciones y acciones del ser humano; para mí, está claro que el ser humano queda en segundo lugar en casi todas las categorías.

Ayer, primero de mayo, inicié otra etapa con la inteligencia artificial y empecé a dar impresiones del Dharma de varios aspectos directos del comportamiento humano que, siendo amables, podríamos tildar de absurdos.
La foto de arriba muestra al Siula Grande, una montaña de la cordillera Huayhuash, en los Andes peruanos. Su altura es de 6.344 metros.

Es una de las diez montañas que se consideran más peligrosas.

Vaya, parece una etiqueta extraña, ¿no? La idea es que es peligrosa para los seres humanos, porque dudo que las cabras montañesas se sientan amenazadas por su presencia. De hecho, dudo que a una cabra le intrigara la idea de escalarla hasta su cumbre.

¿Será que las cabras montañesas aprecian mejor lo que es el comportamiento correcto? Porque, hasta donde yo sé, ninguna tiene interés en ser la primera en escalar cualquier montaña, con o sin cuernos, de espaldas o cualquier otra tontería que tiene poca utilidad para su supervivencia.

No les interesa escalar ésta o cualquier otra montaña por el mero hecho de que está ahí. No les interesa escalar ésta o cualquier otra montaña para demostrar nada, y por lo que toca a la televisión y los medios de comunicación, dudo que la cabra que haya subido más alto en la montaña fuese noticia.
Igualmente, dudo de que hubiera el más mínimo intento de arriesgar vidas enviando un grupo de rescate para salvar a una cabra atrapada en la nieve, extraviada, o caída en una hendidura.
Tampoco creo que haya mucho interés entre las cabras hembras por ser la primera de su género que hace cumbre.
Entonces, ¿es que el ser humano escala esas cimas porque son peligrosas? Espera un momento. ¿Qué significa eso?
¿Saben algo los alpinistas que nosotros no sabemos a llamarles ‘peligrosas’ a esas montañas? ¿Acaso la raza humana corre peligro ante un inminente ataque de las montañas? ¿Caerán sobre nosotros? ¿Existe la posibilidad de que una gran montaña se abata sobre nosotros sólo porque quiere ver cuán abajo es capaz de llegar?

No lo creo.

Así que, ¿por qué son peligrosas?

No amenazan con causar estragos.

¿Entonces las llaman peligrosas los que quieren poner sus vidas en peligro? Si es así, sería mejor llamarlos alpinistas peligrosos, porque no sólo se ponen a sí mismos en peligro cuando intentan superar los peligros de la escalada, sino que ponen en gran riesgo a los que tienen que rescatarlos de vez en cuando.

Me pregunto si habría algún tipo de emoción en afeitarse con una cuchilla oxidada o correr delante de un bólido de Fórmula 1. Me imagino que para algunos pueda que sí, pero no hay fama ni fortuna en esas actividades y nadie compraría un libro que se llamara “Me he afeitado con las diez mejores marcas de cuchillas oxidadas”.
No es fácil hacerse famoso.

Sin duda el colectivo de los alpinistas llegará a la conclusión de que no les he entendido o algo peor, pero los entiendo demasiado bien.
Dadme esas criaturas que viven dentro de sus límites de supervivencia como parte de la naturaleza sin ningún objetivo de conquistarla.
Tristemente, el oso alpino y los lobos montañeses han desaparecido. Me pregunto si quizá me he equivocado en algo y los ha devorado alguna peligrosa montaña, o si quizá se han extinguido por la presencia y exigencias de los seres humanos “no peligrosos” y sus mentes “no peligrosas”.

Está bien que se haya vuelto a introducir al lince montañés en pequeños grupos en los Alpes, y que los corzos, los ciervos rojos y las gamuzas aún abunden en sus faldas inferiores.

Prefiero reservar mi admiración para ellos y para los pequeños carnívoros como el zorro rojo, el tejón, la marta o el armiño, que viven en las zonas bajas boscosas, por no hablar de la víbora común, la víbora cornuda, los lagartos, las ranas, los sapos, los tritones y las salamandras.
Por supuesto, las aves vuelan sobre los picos superiores de estas peligrosas montañas y siento que no tienen miedo, porque las montañas son su hogar y sin duda nunca vuelan más alto de lo que dicta su naturaleza.
Bueno, ésa es una cuestión interesante. ¿Considera el ser humano que una montaña es peligrosa porque no se la conquista fácilmente? ¿Es su naturaleza humana de tal carácter que debe vivir en el filo del peligro para sentirse vivo?
¿Necesita ver la majestuosidad de la montaña desde su cima y no puede apreciarla desde abajo? ¿O es la excitación de conquistar lo peligroso lo que es el objetivo de su Ego?

Quizá ése sea el motivo por el que caza animales salvajes, aunque dudo de que al conejo se le pueda tomar por peligroso.

Quizá es cierto que la cumbre de la montaña les permite a estos alpinistas apreciar la naturaleza y olvidarse por un instante de sus vidas cutres.

Es una pena que cataloguen a la montaña como peligrosa para lograrlo, porque les aseguro que la hermosa mariposa Apolo, muy escasa ahora, el magnífico escarabajo alpino de cuernos largos y la mariposa Parnassius Phoebus, que igual han dejado atrás en su camino, les podrían haber acercado a la naturaleza cuanto desearan.
Admito que debo de estar confundido, porque no soy capaz de entender por qué tantos seres humanos intentan entender la naturaleza buscando fuera, ya que pueden entenderla mejor si buscan dentro.

Me parece que me he extraviado, porque mi objetivo era hablar de las montañas peligrosas, pero aunque las he buscado no he podido encontrar ni una que de verdad amenace a cualquier ser vivo –si bien veo que hay muchos seres humanos que se sienten amenazados por el mero hecho de estar vivos.

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