15 de mayo de 2010

ESTRECHEZ DE MIRA CIENTIFICA




Se considera que la ciencia es una disciplina que produce soluciones
en alguna esfera problemática y se supone que un científico es alguien
que trabaja para conseguir ese fin.

Sin embargo, a veces uno se pregunta si la producción de una solución
no pueda ser contra-producente, si no totalmente absurda.

Tomemos el caso de una simple almeja. ¿Qué hay de especial en esta criatura?

¿Sabías que hay más de 2.000 variedades de almejas? Hay almejas de
caparazón duro  (Mercenaria mercenaria) y almejas de forma ovalada
blanda (Mya arenaria). Aquí hablamos del tipo de caparazón duro que
vive en aguas profundas, no de las variedades que viven en aguas de
marea.

Aparte del hecho de que se las han comido desde tiempos prehistóricos,
¿qué tipo de vida llevan las almejas?

Puedes imaginarlas simplemente arrastradas por la corriente, nadando a
la merced de las corrientes o sentadas en el fondo del océano. Una de
sus actividades es la ingestión. A medida que estén arrastradas por el
fondo del océano, no hacen más que extender su sifón para chupar los
detritos del suelo arenoso que puedan contener comida si han tenido la
fortuna de encontrarla.

Tienen un caparazón grueso de color marrón, normalmente de forma
ovalada, con líneas concéntricas de crecimiento en la superficie. El
interior blanco lleva una mancha de púrpura oscura que rodea la
cicatriz del músculo, y la charnela contiene tres dientes blancos
cardinales.

Pocos son sus enemigos naturales—algunas especies de rayas, el
cangrejo azul Atlántico y, por supuesto, el enemigo de todas las
criaturas vivas, incluida de sí misma, la criatura humana.

Su ciclo de vida incluye una fase larval pelágica y una fase
sedentaria juvenil béntica. Durante los primeros años de la fase
adulta, comienza la vida como macho con gónadas masculinas
funcionales, pero con la madurez, a menudo se cambia en hembra. Se
reproduce por desove y la fecundidad de la hembra es alta, soltando
hasta 24 millones de huevos con cada desove.

Una vez establecida en el fondo, si encuentra la posibilidad, sumerge
el sifón en la arena y a la vez secreta substancias químicas para
construir un caparazón de carbonato que incrementa de tamaño a medida
que vayan creciendo sus órganos internos.

Aquí viene la parte interesante, pues como un árbol, una sección
transversal del caparazón duro normalmente revela la edad de la
almeja.

Tradicionalmente, las almejas de caparazón duro viven unos 40 años,
pero ocasionalmente se encuentra una excepción.

Si fueses científico puede que te preguntes, “¿hasta qué edad puede
llegar una almeja antes de que se muera naturalmente? Por supuesto no
puedes esperar para conseguir tu respuesta, ya que tú mismo puedes
desaparecer, otros pueden encontrar la respuesta antes de ti, o
podrías necesitar tener permanencia en el trabajo para conseguir tu
pizca de fama.

La paciencia no es siempre una virtud cuando se trata de un científico tonto.

Por tanto, ¿qué hace cuando encuentra una almeja extraordinaria de
aspecto muy inusual y con un caparazón muy denso? Eso es el dilema.

¿Sacrificas la almeja? Después de todo, sólo es una almeja. O
alternativamente, ¿dejas que acabe su vida mientras la observas
cuidadosamente para determinar cuanto tiempo puede durar su vida?
Recuerda que se considera que la ciencia es una disciplina que produce
soluciones en alguna esfera problemática y se supone que un científico
es alguien que trabaja para conseguir ese fin. Por tanto, si el punto
en cuestión es el potencial de vida de una almeja, claramente
comunicas el hallazgo y dejas que su vida gloriosa continúe
desarrollándose.

Si te aburrieras mientras esperaras, pudieras permitir que reproduzca
e incluso, sí no fueras vegetariano, podrías disfrutar de la carne de
la progenie de esa almeja especial.

O quizás podrías abrir un restaurante que se especialize en crustáceos
o escribir un par de libros sobre la vida sexual de la almeja
(probablemente no sería un gran éxito de libraría).

Ahora llegamos al punto absurdo de la tontería científica.

Mientras estaban dragando en aguas al norte de Islandia, encontraron
un especie inusual de almeja (Arctica islandica) a unos 83 metros de
profundidad. Con una inocencia científica, ¿o quizás ignorancia, o
pura negligencia tonta? decidieron abrirla (y así sacrificarla) para
descubrir qué edad tenía. ¿Quién sabe exactamente qué pensaban?

Solamente después de seccionar el caparazón (lo que hizo que ya era
una ex-almeja), y contar los anillos de crecimiento, se dieron cuenta
de la edad que había tenido… entre 405 y 410 años. Da la casualidad de
que esa ex-almeja tenía algo menos de medio milenio, lo que hace que
el potencial tradicional de vida de unos 40 años se volviera
insignificante.

El hecho de matar a una criatura viva para saber cuántos años tenía
podría formar parte de la disciplina científica, pero no contesta la
pregunta original de ¿cuánto potencial puede tener la vida de una
almeja? Por supuesto, de esta manera cayeron en el típico error de
hacerse la pregunta equivocada.

Bueno, esa decisión la podemos tachar de casualidad, pero ¿puede haber
sido debido a la emoción egoísta y tonta de haber descubierto una
almeja que batiría los récords previos de 220 y 374 años?

Un portavoz declaró, “Su muerte es un aspecto desafortunado de este
trabajo, pero esperamos sacar mucha información de ella.” Otro dijo,
“Para nuestro trabajo, es un beneficio, pero no fue bueno para ese
animal en concreto.”

Si la criatura humana no tuviera pruebas de nacimiento en forma de
certificados legales, me pregunto si los científicos no caerían en la
tentación de “sacrificar” a criaturas humanas para determinar la edad
a que habían llegado.

Considero dudoso que ese científico gane un premio Nóbel por lo que
hizo, pero puede que el Libro Guinness de los Récords esté interesado
en incluir en sus páginas al hombre que mató la almeja más vieja
existente para saber el potencial de vida que tenía.

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