9 de febrero de 2013

Buena Fortuna y Lucky Blue





La impermanencia ha dejado su marca indeleble, Dunkel ha muerto y su hijo Lucky Blue tiene ahora casi 1 año.

Es la viva imagen de su padre y su conducta es idéntica, aunque al no ser el macho alfa su comportamiento ha sido (por el momento) más sumiso al encontrarse cerca de Nantú.

Su nacimiento fue una gran sorpresa, pues no teníamos ni idea de que Dunkel estaba embarazada y, cuando parió a esta simple pequeña ratita que podía acurrucarse en nuestras manos, resultó una recompensa insospechada.

¿Por qué una recompensa?

Porque podíamos ver día a día su cambio de figura y conducta. Ahora es una cosa sorprendente, pues el crecimiento desde su nacimiento hasta los nueve meses depara cambios notables. Al reflexionar uno se pregunta naturalmente de dónde proceden esos cambios. La respuesta, por supuesto, es que se producen genéticamente y que desde su nacimiento los códigos ya estaban presentes para esos rasgos físicos y de comportamiento.

Nosotros no somos diferentes. Desde nuestro nacimiento todo lo que somos (o más bien, lo que podríamos ser) ya está presente. Hay factores que añaden cambios por la experiencia. En una criatura humana natural y correcta existen impulsos para un confort, una seguridad y una pertenencia naturales; curiosidad y creatividad naturales; actividades de juego para el cuerpo y mente; factores de metabolismo y reproducción; y quizás lo más importante, el impulso de supervivencia que es lo que genera en realidad nuestras auténticas experiencias de Compasión, Afecto Benevolente y Alegría, cuando otros son alegres.

¡Qué formidable! ¡Qué hermoso! ¿Qué demonios ha ocurrido? Está todo ahí dispuesto a salir, pero cubierto todo por el virus de la Identidad. Ya no somos criaturas humanas sino bufones cosmológicos, embaucadores que se muerden su propia cola, destrozando nuestro propio potencial y el mundo que nos rodea.

Lo que supongo es que muchos tratan de hallar una respuesta cuando su sistema interno anuncia “algo va muy mal aquí”. Pocos encuentran la salida y la mayoría en esta época quedan atrapados por las palabras y promesas de la religión y los Colegas Timadores.

Me esfuerzo en decir a todo el mundo que el cielo está cayendo, pero como en el cuento de Chicken Little me ignoran. Así que me siento en el Seminario con algunos estudiantes avanzados contemplando el desarrollo de Lucky Blue, sabiendo que cada criatura humana es afortunada por tener este cuerpo y mente humana. Sin embargo, casi todo el mundo ignora ese hecho y genera Confusión, Codicia y Aversión con mensajes del Embaucador que les conducen en la dirección errónea con la fábula de que todos los seres humanos tienen derecho a “perseguir la felicidad”. Desde luego, deberían también añadir el Sufrimiento en ese paquete.

El bienestar que es natural sin Identidad ni Dualidad está lejos para todos si no hay un cambio notable de auténtica Introspección y Liberación.




Mientras crece, Lucky Blue es un recuerdo perpetuo de que podemos ser auténticos seres humanos si tenemos las pelotas de desterrar al Embaucador y apartar las cargas de basura material y mental que llevamos.

Gracias, Lucky Blue.

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