La
impermanencia ha dejado su marca indeleble, Dunkel ha muerto y su hijo Lucky
Blue tiene ahora casi 1 año.
Es la
viva imagen de su padre y su conducta es idéntica, aunque al no ser el macho
alfa su comportamiento ha sido (por el momento) más sumiso al encontrarse cerca
de Nantú.
Su
nacimiento fue una gran sorpresa, pues no teníamos ni idea de que Dunkel estaba
embarazada y, cuando parió a esta simple pequeña ratita que podía acurrucarse
en nuestras manos, resultó una recompensa insospechada.
¿Por qué
una recompensa?
Porque
podíamos ver día a día su cambio de figura y conducta. Ahora es una cosa
sorprendente, pues el crecimiento desde su nacimiento hasta los nueve meses
depara cambios notables. Al reflexionar uno se pregunta naturalmente de dónde
proceden esos cambios. La respuesta, por supuesto, es que se producen
genéticamente y que desde su nacimiento los códigos ya estaban presentes para
esos rasgos físicos y de comportamiento.
Nosotros
no somos diferentes. Desde nuestro nacimiento todo lo que somos (o más bien, lo
que podríamos ser) ya está presente. Hay factores que añaden cambios por la
experiencia. En una criatura humana natural y correcta existen impulsos para un
confort, una seguridad y una pertenencia naturales; curiosidad y creatividad
naturales; actividades de juego para el cuerpo y mente; factores de metabolismo
y reproducción; y quizás lo más importante, el impulso de supervivencia que es
lo que genera en realidad nuestras auténticas experiencias de Compasión, Afecto
Benevolente y Alegría, cuando otros son alegres.
¡Qué formidable! ¡Qué hermoso! ¿Qué demonios ha ocurrido? Está todo ahí
dispuesto a salir, pero cubierto todo por el virus de la Identidad. Ya no somos
criaturas humanas sino bufones cosmológicos, embaucadores que se muerden su
propia cola, destrozando nuestro propio potencial y el mundo que nos rodea.
Lo que
supongo es que muchos tratan de hallar una respuesta cuando su sistema interno
anuncia “algo va muy mal aquí”. Pocos encuentran la salida y la mayoría en esta
época quedan atrapados por las palabras y promesas de la religión y los Colegas
Timadores.
Me
esfuerzo en decir a todo el mundo que el cielo está cayendo, pero como en el
cuento de Chicken Little me ignoran. Así que me siento en el Seminario con
algunos estudiantes avanzados contemplando el desarrollo de Lucky Blue,
sabiendo que cada criatura humana es afortunada por tener este cuerpo y mente
humana. Sin embargo, casi todo el mundo ignora ese hecho y genera Confusión,
Codicia y Aversión con mensajes del Embaucador que les conducen en la dirección
errónea con la fábula de que todos los seres humanos tienen derecho a
“perseguir la felicidad”. Desde luego, deberían también añadir el Sufrimiento
en ese paquete.
El
bienestar que es natural sin Identidad ni Dualidad está lejos para todos si no
hay un cambio notable de auténtica Introspección y Liberación.
Mientras
crece, Lucky Blue es un recuerdo perpetuo de que podemos ser auténticos seres
humanos si tenemos las pelotas de desterrar al Embaucador y apartar las cargas
de basura material y mental que llevamos.
Gracias,
Lucky Blue.
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