11 de abril de 2010

EL HUEVO Y LA GALLINA




Hoy es el día que los pocos que siguen vivos y me conocen quizá recuerden como la fecha en la que se supone que debo celebrar mi propio nacimiento.

Todo eso está muy bien, pero es bueno preguntarse qué importancia tiene mi nacimiento o, de hecho, cualquier nacimiento.

En el pasado he sido psicólogo y biólogo (y supongo que esta mente y cuerpo lo siguen siendo). La práctica de la psicología es el estudio de los procesos mentales y el comportamiento, mientras que la biología es el estudio de los organismos vivos. Bien, sabemos que el “alfa y omega” de toda vida es la supervivencia. Pero la pregunta es, ¿qué es lo que sobrevive?... La respuesta no es de ninguna manera “La identidad”, ni tampoco “La conciencia”.

Cada criatura es diferente, al menos en lo que se puede observar y conocer. Aunque sabemos que en realidad sólo hay vida, que aparece en una diversidad de formas, nos creemos superiores y separados de todas las demás formas de vida. Vanidad e insensatez humanas, desde luego, pero en todo esto hay algo que puede parecer más siniestro. Quizá nuestra vida y supervivencia sea más misteriosa y sutil... No, no me estoy perdiendo en fantasías esotéricas, sino que estoy contemplando otra posibilidad biológica.

Supongamos que la vida humana –de hecho, cualquier vida– no es lo que parece ser.

Supongamos que los elementos importantes de la vida son el espermatozoide y el óvulo.

Veamos el espermatozoide. ¿Qué es? Es más que un mero gameto masculino, que es una célula madura con un conjunto haploide de cromosomas.

Podríamos verlo como el combativo “chico de los recados” del cromosoma, pero eso no le hace justicia al espermatozoide. También es el portador de un complejo cargamento de ARN que probablemente es fundamental para el desarrollo inicial del embrión.

Parece, por tanto, que este chico de los recados podría ser biológicamente mucho más importante de lo que somos nosotros.

Y ¿qué hay del óvulo?

Bueno, podemos decir simplemente que es una versión receptiva de la misma cosa. Los maravillosos espermatozoide y óvulo se pueden juntar.

Bien, aquí es donde hago la pregunta importante... ¿Por qué?

Para la perpetuación de la vida, sin duda. Pero... ¿la vida de quién? No la mía, ni la tuya, ni la de cualquier otra criatura que genere espermatozoides u óvulos o cualquier sistema comparable.

La diana es la vida del espermatozoide y el óvulo. Ellos son los protagonistas, el héroe y heroína de esta película.

Entonces, ¿nosotros qué somos?... Nada, en realidad.

Nuestra tarea como agregados aparentemente individuales de células es merodear por ahí en este mundo hostil y en continuo cambio como exploradores del ambiente, con el fin de recopilar y contribuir a un acervo de información genética, para así generar óvulos y espermatozoides mejores y más eficientes, de los que puedan nacer mejores exploradores que salgan e informen de los cambios necesarios... y así hasta el infinito.

Bien, eso cambia por completo nuestra percepción del problema de la identidad. La identidad de cada uno de nosotros está ahí fuera, lejos del mundo celular, reuniendo información que es totalmente errónea. El resto del mundo animal está cumpliendo con su parte, pero el ser humano... no. Sólo le preocupa él mismo, no el mensaje que se supone que debe comunicar a sus espermatozoides y óvulos en los procesos reproductivos.

Poco a poco estamos creando un mensaje para los espermatozoides y óvulos silenciosos y ocultos de que la manera correcta de montar la biblioteca genética es con confusión, codicia, aversión y miedo al futuro. Estamos generando una base genética que mata la vida, preparándonos para masacrar a todas las demás criaturas que están ahí fuera donde deberíamos estar recopilando información, y además estamos destruyendo el ambiente mismo, de manera que los genes sólo estarán enviando al mundo inadaptados que no sobreviven y en todo caso no reúnen información.

Quizá muchos se crean que esta idea es una broma, pero para los que tienen una visión más amplia es una perspectiva sobre la vida y su función tan realista como cualquiera de las que ha presentado la ciencia.

Samuel Butler, que propuso esta idea, la explicó con claridad con una frase simple: “La gallina es simplemente la manera que un huevo tiene de hacer otro huevo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario