15 de abril de 2010

UNIDAD PSICOLOGICA



Es un ejercicio importante para cualquiera que tenga un profundo aprecio por los animales y la delicada Fuerza de la vida examinar las pinturas del paleolítico superior de Altamira y reflexionar sobre la relación entre los animales representados y los seres humanos que los vieron y pintaron en esa época.

Por supuesto, sólo podemos imaginarnos cuál fue su relación o por qué los pintaron.

Los restos de carbón datados a aproximadamente hace 17.000 años muestran que los pintores trabajaron a la luz de primitivas lámparas de piedra que ardían con grasa animal.

Pero ¿por qué? Eran sociedades tribales, sin duda, y los investigadores parecen indicar que las imágenes no eran decorativas sino una forma de creencia supersticiosa, quizá de un tipo que podríamos considerar mágico u oculto. Algunos sugieren que se usaban como instrumentos de motivación, como magia para ayudar a los cazadores en sus expediciones o como conjuros para aumentar la presencia de presas.

Pero hay otra alternativa que pocas veces sugieren los que proyectan sus propias ideas “civilizadas” sobre estos cazadores primitivos.

Quizá no tuvieran una motivación cognitiva en absoluto.

Como psicólogo y biólogo voy a sugerir lo impensable para los antropólogos. La base tribal de estos seres estaba en el centro de toda su conducta y unía a hembras y machos en una causa fundamental: la supervivencia de la tribu.

Es más, la evolución impuso dos asociaciones fuertes y básicas que estaban ligadas al sexo. Las hembras mantenían una fuerte asociación no cognitiva esencial para la supervivencia con la protección de la progenie, y los machos, la fuerte relación con la supervivencia positiva del ambiente que los mantenía a todos y tampoco era cognitiva.

Estas dos poderosas fuerzas de supervivencia fueron probablemente las primeras que se desarrollaron, y a ellas les siguió la fuerza de supervivencia de la tribu. Ésta evolucionó claramente a partir de la conciencia congitiva del “yo”, que aún no estaba formulado como identidad.

Lo interesante por tanto es que hay una alta probablilidad de que las pinturas se realizaran sin motivación cognitiva. Simplemente surgieron de la propia naturaleza de esa interacción profunda con el ambiente y, en particular, con otros seres vivos esenciales para la supervivencia de la tribu.

Las pinturas de las cavernas muestran una sensibilidad hacia la naturaleza que no está presente en los cuadros figurativos y que apenas captan los impresionistas y expresionistas modernos. Ahora bien, ¿por qué es tan importante para nosotros entender estas ideas? Si un pintor moderno quiere conectar con cualquier ser vivo o con la naturaleza misma, lo primero que tiene que hacer es separarse de su identidad... Ya no tiene que ser un pintor y tampoco tiene que pensar en clientes ni en el cuadro. Lo único que debe hacer es pintar sin identidad.

Habéis oído que algunos escultores solían decir que su futura escultura ya estaba en la piedra; pues estaban diciendo lo mismo. Para un arquero, el arco, la cuerda, la flecha, la diana e incluso el resultado se deben apartar y sólo hay que convertirse en “arqueando”, igual que un pintor tiene que limitarse a “pintando”, nada más y nada menos.

Hay una gran lección aquí, porque si de verdad queremos ponernos en contacto con la vida que es la unidad de todas las cosas, entonces debemos estar “viviendo”, nada más y nada menos.

Sólo entonces estará el ser humano plenamente en contacto con el ambiente y con todo ser sintiente que vive en el planeta –y quizá incluso más allá.

Eso significa vivir por ahora sin identidad. Significa vivir sin el intelecto cognitivo como maestro, sino sólo como herramienta. Significa confiar en la propia naturaleza de uno, no en el individuo confundido, codicioso y agresivo que alimenta una sociedad “civilizada”.

La comunicación con todos los seres vivos es tu herencia natural. La capacidad de ser uno con toda brizna de hierba y todo árbol y de responder correctamente a su presencia está a tu alcance. Las contemplaciones correctas de los factores del Dao son el medio. La capacidad de concerse a uno mismo como ser humano y no como robot “civilizado” que vive en un mundo de sufrimiento y dolor es tuya con sólo pedirla.

Regresa a la mente del pintor paleolítico, con las destrezas de la inteligencia evolucionada que proporcionan una luz más clara.

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